Trinoceronte

Porque 140 caracteres a veces no son suficientes

Sobre tontos y tontas

No terminan las sociedades modernas de recuperarse de un machismo milenario, para entrar ahora en una era, no de feminismo a ultranza como creeríamos, sino (y tal vez peor) de una insoportable «paranoia sexista».  En los tiempos de las redes sociales, donde todos tenemos una voz que puede escucharse, se ha vuelto inaceptable cualquier manifestación, por inocua o involuntaria que sea, que ponga de manifiesto las obvias diferencias que existen entre los hombres y las mujeres.  Con temor a que esta entrada y su autor sean tachados de sexistas (otra vez, como verán mas adelante) quiero presentarles aquí algunas razones por las que considero que erradicar cualquier manifestación cultural de diferenciación entre géneros, es casi tan tonto como ser un machista tradicional o una feminista consumada.

«En el mundo hay dos tipos de tontos: l@s sexistas y l@s que creen que todos somos sexistas #ReglasDeLaVida»
Noviembre 19 de 2014
http://bit.ly/trino-tontos-tontas

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¿Ha visto usted la foto con la que comienza esta entrada?

Probablemente sí.  Fue bastante notoria en redes sociales y medios de comunicación por igual, la semana pasada.

Si no lo ha hecho, ¿qué ve?:  ¿vio el logo minimalista de «esa», la agencia Espacial Europea? (siempre me ha gustado porque es una contradicción de las reglas del idioma al escribirse todo en minúsculas); o tal vez ¿noto suted la imagen de la sonda «Philae» que se poso en un cometa por estos días y que ha llenado también los medios de comunicación y las redes sociales por igual? o quizás usted vio en primer lugar un técnico o científico espacial con una camisa un poco más colorida de lo que estamos acostumbrados y lleno de tatuajes como nos estamos empezando a acostumbrar también.

Ahora bien.  Puede que en realidad usted sea de los que vio en esta imagen una manifestación más de como el cuerpo de la mujer se ha vuelto un objeto de exposición en la sociedad moderna (¡que ojito!); de como el culto a la belleza del cuerpo femenino demuestra que los hombres seguimos siendo muy básicos, incluso si tenemos una educación avanzada en ciencia y tecnología («todos son iguales» dirían muchos); o quizás penso usted en esta camisa como una muestra más que el mundo de la ciencia sigue siendo un mundo de hombres; un mundo que ve a la mujer como algo extraño y que obliga a las pocas que se atreven a entrar en él a cambiar de profesión por la presión de los machos que lo dominan.

Si ese fue el caso, si usted vio en esta camisa una provocación, un irrespeto por la mujer, en lugar de una demostración más del mal gusto propio de algunos geeks, entonces usted pertenece a esa creciente porción de la humanidad, hombres y mujeres por igual, muy preocupados porque las diferencias obvias entre nuestros géneros (que dicho sea de paso no son los únicos) se sigan notando de manera tan abierta en una sociedad supuestamente «pos-machista».

No veo nada de malo en enarbolar las banderas de la igualdad de género: ¡motivemos también a las niñas para estudien matemáticas y ciencias! ¡moderemos nuestra adoración morbosa del cuerpo desnudo de la mujer! ¡eliminemos de una vez por todas las desigualdades laborales ampliamente conocidas entre hombres y mujeres!… pero no hay que pasarse de paranoico.

Yo mismo he sido «víctima» (o victimario según el lado de la moneda del que lo miren) de este extremismo anti sexista.  Es precisamente por eso que me atreví a escribir esta entrada.

Un día, en una conferencia científica en los Estados Unidos (la capital mundial de la paranoia sexista), cometí el terrible error de señalar que las charlas de algunas de las brillantes damas que actuaban como invitadas, eran las mejores que había visto en el congreso.

¡Craso error!

Fui un tonto al pensar que eran diferentes, más claras, más sinceras y llenas de un pragmatismo que solo había visto en las dos mujeres que mejor conozco, mi mamá y mi esposa.  Un pragmatismo y una sensibilidad, decía en mis trinos en aquella oportunidad, que es raro entre la mayoría de mis colegas masculinos.  Me pareció obvio que las diferencias se debían al hecho de que aquellas personas eran de un género diferente al mio, uno que la evolución se «encargó» de dotar de habilidades diferentes para asegurar también la preservación de nuestra especie.

¡Tonto y más tonto!

No paso mucho tiempo para que me llovieran ácidas críticas de mujeres venidas de todos los rincones de twitter (bueno, no voy a exagerar, solo fueron un par de las damas que asistían al evento las que salieron a pedir explicaciones y otra decena que estaban en sus redes «anti-sexistas»).  Tuve la impresión incluso que una de las importantes conferencistas del evento, una mujer a la que también admiró mucho, me empezó a mirar con un poco de desprecio después de mis «desafortunados comentarios» en favor a las conferencias de ella y de las otras colegas de su mismo género.

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Raj Koothrapali, el carácter más «sexista» de la serie «The Big-Bang Theory» (no puede hablar en presencia de una dama), una serie que paradójicamente refleja las diferencias claras entre hombres y mujeres que los anti-sexistas militantes quisieran borrar: todos los protagonistas son científicos, excepto una, Penny quien es también uno de los personajes más queridos.  Todos los hombres son o físicos o astrónomos, pero las mujeres químicas y del área de las neurociencias.

Me paso una segunda y después una tercera vez (también en los Estados Unidos) pero ya en otras situaciones un poco menos públicas.

Llegado a ese punto tome la decisión (que todavía mantengo) de que en las conversaciones que sostenga con un grupo de personas que incluyan algunas damas (potencialmente anti-sexistas) debo evitar abrir mucho la boca, tal y como lo haría (aunque por otras razones) Raj Koothrappali , ese fantástico personaje indio de la serie de televisión «The Big-Bang Theory» que no puede hablar cuando se encuentra en presencia de mujeres (imagino que el pobre Raj será también considerado por muchas de las militantes americanas de la paranoia sexista, otro símbolo de un sexismo rampante).

Con todo respeto por los lectores que comparten esa visión del mundo ¡que tontería más grande!

¡Es bastante obvio que los hombres y las mujeres somos diferentes!.  No es que no crea que los anti-sexistas no lo entiendan, pero lo que no parecen entender muy bien es que la evolución de nuestra cultura en la era «pos-machismo» no va a eliminar esas diferencias.

Menos obvio aún parece ser entender que las diferencias entre nuestros géneros hace más divertido, más rico, más vivible el mundo que nos toco compartir.

Por mucho que se esfuercen, el cuerpo desnudo de la mujer seguirá siendo tema de admiración de los hombres brutos e inteligentes por igual.  ¡Es una propiedad emergente de nuestro género no un producto de siglos de machismo!  A los hombres nos gustan las mujeres desnudas.  Punto.  Por eso la camiseta del más «sexista» de los científicos de «esa» esta lleno de «esas».  Eso no es ser sexista, es ser hombre (aunque el no debió ponerse la camiseta para demostrarlo; bastaba para ello mostrar el vello en la cara; aunque hoy tampoco eso es prueba de estar en el extremo maculino del espectro de género).  

Curiosamente y aunque los «sexistas paranóicos» no lo reconozcan, en realidad a los hombres nos atrae el desnudo tanto de una mujer despampanante como el de una mujer bastante normal.  Si las revistas estuvieran llenas de mujeres normales desnudas, ejecutivas, trabajadoras, flacas, gordas, jóvenes, no tan jóvenes, los hombres seguiríamos sintiéndonos atraídos.  ¿Eso es malo? ¡No! ¡Eso es ser hombre!

A las mujeres, por otro lado, les gustan los hombres altos, inteligentes, poderosos y aunque menos evidente, también los hombres desnudos.  Eso si, y que me desmientan las damas por favor, siempre y cuando el desnudado no sea tan «horrible» como lo somos el 90% de la población masculina del planeta y en particular los de esta parte del globo (el norte de Sur América).  Esa es una diferencia fundamental con los hombres que, créanlo o no, tenemos unos umbrales de atracción por un cuerpo desnudo mucho menos altos que los de las mujeres.

Sin ser mujer me atrevería a apostar mucha plata al decir que el desnudo masculino es prácticamente prescindible en las manifestaciones públicas de la masculinidad.  No se ven más hombres empelota en las revistas o en las portadas de los diarios o en Internet, no porque los otros hombres no dejemos sino porque a quienes más les interesan esos cuerpos (mujeres y otros géneros en la mitad de los dos extremos del espectro) no lo encuentran tan indispensable como lo encontramos los hombres en relación con el desnudo femenino.  

¡Eso es fantástico! ¡al 50% de los seres humanos no les importa que el otro 50% este desnudo! ¡es un mundo divertido!

¿A veces se exagera? ¡Si! Yo tampoco veo normal que todas las mujeres que aparecen en televisión se empeloten en una revista (aunque no hay duda que me gusta verlo).  A pesar de mis impulsos creo que es un poco exagerado y que hay que dejar a veces algo a la imaginación.  También hay que reconocer que a algunas mujeres les gusta mostrarse y no falta incluso la que disfruta también viendo el cuerpo de otras mujeres.  No creo que todas aquellas bellas y no tan bellas mujeres que se empelotan para una foto lo hacen porque les ponga una pistola en la cabeza, porque sean muy brutas, poco educadas o porque quieran ganarse el favor del «dominio masculino».  Muchas simplemente disfrutan ser el centro de atención o mostrar un cuerpo que les ha costado mucho ajustar a un modelo de belleza muy exigente. 

En otro tema algido para la paranoia sexista del presente, es también verdad que no hace falta ser un genio de la neurología o la psicología contemporánea, para entender que las mujeres se inclinan más por unas profesiones y los hombres por otras.  ¿Acaso alguien se queja de que más mujeres escojan ser enfermeras que hombres?.  Si no es así ¿por qué nos preocupamos entonces tanto al saber que más hombres quieran ser físicos, matemáticos o astrónomos que mujeres? ¿acaso es mejor ser físico que enfermera? ¿astrónoma que psicólogo? ¿bióloga que matemático?  

Voy a decir algo blasfemo (los lectores de este blog sabrán que no soy de los que le huye a los temas polémicos): ¡no insistan! por mucho que nos esforcemos siempre habra más hombres en las matemáticas, la física y la astronomía, que mujeres.  No es un problema de sexismo o de machismo.  Es que los hombres y las mujeres somos diferentes.

Voy a decir una segunda blasfemia: ¡a quién le importa!  Si lo que necesitamos es que la ciencia avance, qué demonios importa cuál género hace mayoritariamente los descubrimientos en unas áreas y cuál género las hace en otras.  Es más, podríamos hacer una encuesta para averiguar cuántos físicos, supuestamente en el extremo masculino del espectro de género, en realidad son de otros géneros.  A los paranoicos que encuentran preocupante el dominio masculino en las denominadas ciencias duras tal vez les vendría bien saber que no todos son tan «machos» como parecen.  ¿En que quedaría entonces el supuesto dominio «masculino» de esas áreas? 

No soy tampoco tan idiota como para creer que no hay algo malo en desmotivar a las niñas para que persigan una carrera científica.  Tampoco desconozco que consciente o inconscientemente esta situación sigue ocurriendo en muchas familias e incluso en la escuela.  Pero hay que ser muy raro para creer que el mismo número de niñas que de niños van a querer dedicarse a la física o a las matemáticas en un futuro cercano.  ¿Cómo podrían hacerlo si son diferentes, si quieren cosas diferentes, si ven el mundo de forma diferente, si son buenos para cosas diferentes?

¡que pereza un mundo en el que todos los géneros sean iguales!

Yo también tengo una hija.  Nada me haría más feliz que quisiera ser una científica y en particular  una astrónoma.  Pero no parece que vaya a ser así.  Por ahora ella quiere ser cantante y dice odiar las matemáticas (a pesar de que yo diría que esta sobre el promedio de su clase en esta asignatura).  Le va excelentemente bien en todas las asignaturas relacionadas con el lenguaje (¡como buena mujer! ¡blasfemia número 3!) y del colegio yo diría que lo que más le gusta es relacionarse con otros niños y niñas (¡una representante típica de su género! ¡para adelante las blasfemias!).  Nunca se me ha pasado por la cabeza decirle que las matemáticas no son lo suyo (por ser mujer) o que no son importantes si va a ser una cantante.  Al contrario, yo diría que le va un poco mejor en el área que dice odiar, porque desde muy pequeña e intentado que entienda que las matemáticas son divertidas y extremadamente útiles, no importa la actividad a la que crea se va a dedicar cuando grande.

Vale la pena aclarar que tengo también 2 hijos varones que no quisieron ser científicos y a los que tampoco obligue a serlo por ser hombrecitos.  El uno es un artista y el otro es un abogado.  ¡una familia diversa!

¿Entonces? ¡dejémonos de pendejadas!  Si usted es de los que verdaderamente supero el estúpido machismo (yo lo hice al reconocerlo y odiarlo en algunas personas mayores que conocí siendo pequeño) y su contrario aún más estúpida, el feminismo, no caiga en esa «paranoia sexista» que se esta apoderando del mundo civilizado.  Diviértase (o mortifíquese) reconociendo las tonterías y aciertos que los de otros géneros repiten sistemáticamente.  

En realidad si todos fuéramos iguales, si no hubiera cuerpos desnudos en las revistas (de ningún genero), si los personajes de algunas tiras cómicas japonesas no tuvieran bustos y traseros exagerados, si todos quisiéramos estudiar lo mismo, sin poner a cada profesión un toque particular del género que lo domina (los físicos son desaliñados, olvidadizos y poco prácticos; las enfermeras son impecables, pragmáticas y tienen buen corazón) el mundo sería un lugar muy aburrido!

¡Que vivan las diferencias (no las desigualdades) de género!

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Un pensamiento en “Sobre tontos y tontas

  1. Sí eres bien sexista. Te digo que el machismo (que según tú odias) tenía el mismo discurso que tú tienes: la diferencia natural del hombre y la mujer. Pero, resulta que la mayoría de las diferencias no son naturales, sino sociales.

    Tener mejores habilidades de lenguaje no quiere decir ser más sociable. Lo que pasa es que las niñas asociales no se muestran tanto en shows de TV y cine. A las mujeres se les retrata más como «lindas y sociables», pero éste es sólo un tipo de mujer.

    Eso es algo sexista, porque quieras o no, vivimos en un grupo (manada) con reglas, y dentro de este grupo debemos acomodarnos a un ROL. Y ese rol estará dispuesto por la sociedad. Lo que dices es como decir que no «hay diferencias entre ricos y pobres», cuando ya desde los 5 años la diferencia cognitiva se da. ¿Es algo natural? NO. Es algo psicológico, tú estás negando todo lo social, como si no existiera.

    Querer cambiarlo no es paranoia.

    Por algo los deseos sexuales cambian según generaciones. Los deseos sexuales de la mujer no son los mismos que antes. Ahora son más instintivos. Antes casi no existían. ¿Naturaleza? No, de nuevo.

    Por algo antiguamente pasaba más (porque aún pasa) que las mujeres tenían problemas sexuales, no podían tener relaciones, sufrían de vaginismo y otros trastornos. Y venía mucho de los psicológico. ¿Por qué? Porque a las mujeres se les reprimía el deseo sexual, porque el deseo sexual siempre está, pero como se direcciona, como actuamos ante él, como lo manifestamos, está dado en gran parte por la sociedad, por el inconsciente (o el «otro yo», como dice Castoriadis). Tú estás negando todo esto, haciendo como si no existiera.

    Las mujeres son la prueba de que el deseo sexual tiene distintas formas. A mí me encantan los hombres, los encuentro más bellos que las mujeres, sin embargo insisten en decirme que no, que las mujeres «son las bellas». Y es que se ve sólo la perspectiva del hombre, la mujer, además, se ha visto más a través de los ojos de éste que de los ojos de la misma. Me gustan los hombres desnudos, y te diré que estás equivocado, la mayoría de los hombres (por lo menos jóvenes) son bastante atractivos. Estas ideas no tienen nada de «natural», no puedes negar lo social porque está. El feminismo lo que intenta es derribar estos muros sociales, luego de derribados lo que pase, pasará. Pero ahí no va a haber nada que pueda adjudicarse a lo social, porque no va a haber una diferencia abismante como la hay ahora.

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